jueves, 31 de enero de 2013
jueves, 24 de enero de 2013
El Cornudo Apaleado y Contento de Giovanni Boccaccio pronto a escena en Cobán en Casa Chevez
Teatro Latino subirá a Escena en el Mes de Febrero, esta
Farsa con un Elenco de Jóvenes actores
Encabezados por Julia
Veliz, Sofía Sandoval, Edgar Dubón, Keddyn Alvarado y actuación de David Vivar quien tiene a su
cargo la Dirección.
Giovanni Boccaccio
(?, 1313-Certaldo, actual Italia, 1375) Escritor italiano.
Hijo natural del mercader y banquero florentino Boccaccio da Chellino, agente
de la poderosa compañía financiera de los Bardi, no conoció la identidad de su
madre. Las leyendas que el propio Boccaccio se encargó de difundir acerca de su
vida no permiten determinar si nació en París, Certaldo o Florencia. Lo cierto
es que creció en esta última ciudad, en el barrio de San Pietro Maggiore, y fue
educado por Giovanni Mazzuoli da Strada, quien le inculcó la pasión por Dante
que lo dominaría toda su vida.
Boccaccio
Tras demostrar escasas aptitudes para las finanzas y el
comercio, fue enviado por su padre a Nápoles, donde adquirió una sólida
formación literaria gracias a las enseñanzas de los más ilustres eruditos de la
corte napolitana: Paolo da Perugia y Andalo Delnevo. Lo que más le impresionó
del ambiente napolitano fueron el refinamiento y la voluptuosidad que reinaban
en la corte de los Anjou, en la cual convergían las culturas italiana,
bizantina y árabe.
En ese contexto de intrigas y ambiciones cortesanas, amores
prohibidos y sensualidad se sitúa su obra maestra, El decamerón, centrada en la
figura cambiante y fascinadora de Fiammetta, hija ilegítima de Roberto de
Anjou, y en sus propias aventuras juveniles, debidamente enriquecidas mediante
brillantes ornamentos literarios e invenciones de todo tipo. El personaje de
Fiammetta, a quien el autor pretendió haber amado, recorre obsesivamente toda
su literatura anterior.
En Nápoles escribió tres obras relevantes: Filocolo (h.
1336), adaptación de la historia medieval de Floris y Blancaflor; Filostrato
(1338), poema adscrito al ciclo de la guerra de Troya; y el poema épico La
Teseida (1339-1340). La quiebra del banco de los Bardi le obligó a volver a Florencia
(1340), donde sufrió graves penurias económicas y problemas domésticos. Su
situación no lo apartó de su quehacer literario, que, por el contrario, al
parecer salió reforzado de esa experiencia, que le acercó al ambiente picaresco
de mercaderes del que provenía su familia. En esos años compuso el idilio
pastoril Ameto, La amorosa visión, La elegía de doña Fiammetta, escrita en
prosa, y Las ninfas de Fiésole, en el que recreó, con versos octosílabos,
amores puros y nobles.
La peste que asoló Florencia en 1348 le inspiró la idea de
El Decamerón, que redactó entre ese año y el de 1353. La obra obtuvo un gran
éxito, lo cual le valió, en adelante, ser promovido con frecuencia a cargos
oficiales honoríficos. Desempeñó funciones de embajador, primero en Aviñón y
luego en Roma. De esos años son Poema bucólico, conjunto de dieciséis églogas
compuestas en latín e inspiradas en Virgilio, y dos obras de signo totalmente
opuesto: Corbacho, violenta sátira social y sexual, y De las mujeres notables,
que contiene una larga serie de edificantes biografías femeninas. En 1362, sin
haber resuelto sus problemas financieros, se retiró a Certaldo, donde sufrió
una crisis espiritual que lo llevó a renegar de El Decamerón y a volcarse en el
estudio y en las prácticas piadosas. Tras ser ordenado sacerdote, pasó a ocupar
el cargo de confesor en 1360.
El humanismo que caracteriza las obras de madurez de
Boccaccio, dedicado a comentar la obra de Dante en la iglesia de San Stefano de
Badia por encargo de la nobleza florentina y a confeccionar una erudita
compilación de la mitología clásica, se anticipa en buena medida al pensamiento
y a la cultura renacentistas. Ese giro humanístico y religioso guarda relación
con la amistad que por esos años entabló con Petrarca, cuya muerte, acaecida en
octubre de 1374, lo sumió en una profunda tristeza.
Durante lo poco que le quedaba de vida, todos sus escritos
serían un constante lamento por la pérdida del gran amigo y el abandono
espiritual en que lo había dejado. Pero su legado literario más valioso, el que
lo convierte en el fundador de la prosa italiana, son los cien cuentos que
componen El Decamerón, que dan cuenta de su visión a la vez cínica e indulgente
de las flaquezas, los pecados y las corrupciones de los hombres de su época.
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